Un informe confidencial realizado por el Colegio de Abogados de Israel asemeja las cárceles de su país con mazmorras.
Un ejemplo de ello son las de Ayalón y Shikma, según los informantes israelíes, los presos en confinamiento, que allí cumplen su condena, tienen unas condiciones infrahumanas. Estos viven en celdas llenas de moho, infestadas de insectos y en las que las enfermedades se propagan con facilidad. A esto se le suma que están abarrotadas de presos.
Además, según el informe, no sólo afecta físicamente a los reos aislados, sino que estos también se encuentran con graves daños psicológicos llegando a manifestar ataques de furia incontrolables, sin nombrar los perjuicios fisiológicos como problemas de visión que se producen por no ver, la mayor parte del día, la luz solar; la luz que tienen en sus celdas es producida por tubos de luz fluorescentes.
Los abogados que realizaron el informe, Michael Atia y Moran Kabalo, están de acuerdo en que estas condiciones violan los derechos humanos. Sin embargo, Yaron Zamir, portavoz del Servicio de Prisiones, alega que los aislamientos de presos se aplican bajo supervisión de los tribunales y de acuerdo a necesidades objetivas y afirma que se les dan las condiciones apropiadas y que se respetan sus derechos.
El aislamiento se concibe como forma de castigo, no como una condena más. Por lo que los presos que allí se encuentran, según las leyes israelíes, es porque no les quedaba más remedio.